Una historia basada
en hechos reales que no ha pasado pero que podría pasar.
Un grupo de españoles establecía asamblea en la
smoking area de su pub favorito tomándose unas pintas después de trabajar, cada uno
con su uniforme correspondiente. Una de bellas artes, una de ingeniería, una de
comunicación, otra psicóloga y el último derrochando filosofía no remunerada en
cada frase. En común, todos ellos camareros y con ese tufillo a estrés de “me
empiezo a preocupar por mi vida que voy derecho a los 30”.
Una con camisa morada, otra con un polo naranja. Si no
fuera por la popularidad en restauración del sutil color negro este grupo de
apátridas se parecería a las tortugas ninja tras un proceso judicial rápido
ocasionado por una larga e intensa velada. De este panorama se libra la sexta
del grupo, que acaba de llegar, pues dada la libertad de vestimenta que otorga
el oficio de au pair se libra de no hacer conocer su procedencia laboral.
En esta escena
costumbrista estos amigos unidos por el lenguaje se reúnen para beber, despotricar sobre sus trabajos y comentar las nuevas noticias y chascarrillos hasta que uno, o
dos, o todos juntos por consenso espontáneo, presentan la siguiente cuestión:
“¿Nos echamos otra aquí o nos vamos a otro sitio?”. En el caso de que no haya
error de cálculo derivado de la reciente llegada de un nuevo personaje con su
correspondiente refrigerio o de algún sediento impaciente que aparece con una
nueva Guinness en mano antes de que dicha frase sea propuesta, los amigos se
suelen fumar un cigarro, presionan al último por beber y, decididos, se dirigen
a introducir sus respectivos cuerpos en otro garito parecido o similar. Por
variar.
Para esta
ocasión la Spanish Armada nos habíamos movilizado a uno de los pubs menos
usuales en nuestra rutina. Unos conocidos músicos desarrollaban su actuación en
dicho local y, nosotros, contentos con la smoking area, la música y el resto de
coetáneos que ahí se daban decidimos echar una o las que se precisasen.
Curioso el tema de la música
en directo en los pubs, peculiaridad de Irlanda y uno de los aspectos que hacen
que muchos nos quedemos prendados de ella. En España no hay de esto, decimos,
afortunadamente está creciendo, suelo añadir. Pero no es lo mismo. Estamos en
lugar turístico así que muchos de los pubs reúnen a numeroso personal
proveniente de todos los puntos cardenales del mapa esmeralda, aspecto que
recogen mis colegas músicos y no dudan en explotar:
-
¿Where are yee from, yourselves,?- preguntan como si fuera la
primera vez a unas personas que no alcanzo a ver con las que habían empezado a
interactuar.
-
¡Donegal!- Oigo responder.
- ¡Donegal!- porque ese lugar siempre causa mucha expectación
pese a que siempre hay alguien de dicho páramo y no sea novedad. Y claro, los
músicos, sin ni siquiera plantearlo, ya están entonando “Hills of Donegal”, que
es una canción bonita de oír, por lo menos las primeras veinte veces, con un
ritmo bastante afable y feliz.
Y esto se repite. Entre aplausos
y yo intentando no derramar mi pinta el cantante alza la voz para decir “Hey,
there is people from Galway over there!”. Y ya los tenemos inmersos en “Galway
girl”. Apoyada en la barra ausente a la conversación de los que hacen uso de la
lengua de Cervantes y de los de Sheakspear me imaginé esta misma performance made
in Spain. Los mismos muchachos un poco más morenos apelando a la regionalidad
de la gente para amenizar su actuación en un bar de Logroño en San Bernabé, por
ejemplo.
-
¿De dónde sois, vosotros, los de atrás?- Tendrían que situar la pregunta al no haber
intención de interacción por parte de los oyentes.
- Huesca.
- ¡Huesca!- Para que queremos “Hills of Donegal” teniendo
“Cuando vayas a Huesca” de Joaquin Carbonell. Cosa más seria.
Y sino:
-
¡Soria!- “¡Voy ca-mi-no Soooria!”- Mucho más alegre.
Admití que podía ser curioso pero
que el margen de edad no bajaría de los 60, eso sí, cerrarían las gigs con
“Fiesta pagana” o “legalización”, sin perder la tradición verbenera de la
tierra.
Para cuando acabó la música los que quedábamos
habíamos alcanzado un nivel de embriaguez de esos que hacen fumar a los no
fumadores y confraternizar con desconocidos, pero con tranquilidad. De eso que
no se está eufórico pero sin darte cuenta la palabra “no” se va diluyendo hasta
convertirse en “quizás”. En este estado en el que las situaciones transcurren
por inercia uno de los músicos, natural de Ballycroy, Rory O’Malley, nos
propuso la siguiente parada de la noche. No sé en qué contexto y plática, pero
el plan era el siguiente:
- There is a beach party tonight in Achill, It will be all night
long. I think all of us should go, I’m going, the band is going. Good fun,
great craic!- Este colega local es de naturaleza inclusiva y algo peculiar: Irlandés abstemio, cuenta la leyenda que no necesita beber, que se cayó en una
barrica de whiskey cuando era pequeño, que pese a no tomar anima las fiestas y
nunca parece incómodo o aburrido en conversaciones de madrugada.
- I think is a good idea, I’m off tomorrow. Que de puta madre
vamos, me parece.- Alba, que llevaba ya fuera de rosca desde la segunda pinta
nuestra, venía con los deberes hechos de casa, no se quería perder ni una
mientras pudiese en esta efímera existencia que nos toca.
-
A ver bien, but, how we come back? I’m working at 6 in the
evening...- Blanca siempre tiene en cuenta el factor trabajo, no solo en llegar
a tiempo, sino en llevar a cabo un buen cometido. Más por no agobiarse que por
buen servicio.
- Me too, I don’t really want to get piss, but could be nice to
go if we can get a lift back on time.- Vadim, que se muestra prudente ante una
fiesta irlandesa en la playa será el primero en hacer beber a todo el grupo con
la consecuente pérdida de sentido. – Actually, we can go to my house first and
take the vodka and Kalimotxo from last week, Maybe is shit but is better than
nothing.- Ahí estamos.
-
No worries!- Rory se mostraba insistente, parecía totalmente
convencido en prestarse en pro de nuestro disfrute en su país- I’ll bring you
folks back in the morning, I have to do some stuff in Newport so I have to
leave up anyway.
Yo había permanecido callada todo
el tiempo. el grupo se mostraba tímido pero convencido. Se esperaba mi
respuesta como miembro permanente. Tenía que decir algo, pero no quería
decirlo. Claro que quería ir a Achill en plan locurón. Quería ir y bailar lo
que pusiesen y acabar con la corbata del curro enrollada en la cabeza si se
diese el caso. Pero...
-
Entro a las 9.- Se podia ver la tristeza en mis ojos- I’m at 9
tomorrow morning- me corregí.
El murmullo en español
consecuente argumentando que la vida es corta o que si fueran las 7 u 8 sería
diferente, etc, fue interrumpido por Rory.
-
We'll be back before 8!. You can sleep in the van if you
need to!
El plan fue recibido con jolgorio
y alegre aprobación. Ya llevaba el uniforme puesto, otro punto a favor. Yo, que
de todas formas no me fiaba un pelo, que me conozco, esperaba que nadie
pronunciase la popular fatídica frase.
-
You’ll be grand!- Sentenció Blanca acercándome un vaso de
whisky.
Pasajeros al tren. En este caso, a la furgo. Alba
empezó a hacer matemáticas.
-
Espera, look. We are five, and there is only place for...
two!- Su voz transmitía intensa preocupación.
-
That’s right! But there is enough room in the back- Conociendo
a Rory no era algo que nos sorprendiese y, como la capacidad de negación estaba
ya defenestrado en nuestros procesos químicos mentales, nos peleamos por ir en
la parte de atrás.
Quien haya transitado las
pobremente asfaltadas carreteras del condado de Mayo sabrá que es un reto
ingerir cualquier líquido en lo que dura el viaje. Sobretodo sin cinturón y sin
luz en la trasera de una furgoneta. Blanca, Vadim y mi persona decidimos que
dicho reto no era tal sino un deber, y el vozka bajó considerablemente durante
el trayecto. María, falta de reflejos ocasionados por la sobre ingesta de Guinness, más se podría decir pesadez, anduvo lenta en elegir sitio y se quedó
sin montarse en la atracción de las tinieblas, así que acompañaba a conductor y
a Alba en los asientos reglamentarios. Alba quería estar cómoda y admitió que
igual se mareaba un poco, que la Mescan Extra* no es una bebida que sea
necesario agitar.
Desde atrás, que solo nos hacía
falta la piscina de bolas para hacer más el mongolo, lo único que oíamos era a
Alba hablar y otro extraño sonido que se repetía cada vez con más frecuencia.
Tos. Rory tosía educadamente. Una vez. Dos. Dos seguidas. Otra vez. Esta vez
dando libertad al tosido como alguien que quiera expulsar al demonio
exprimiendo alvéolos.
-
You alright? ¡Que se nos muere el Rory, pobrecito! Bueno, y
nosotros detrás- Dedujo María ante la magnitud del ataque de tos.
-
Stop the van!- A Alba no le gustó la idea de un inminente
accidente y a Rory supongo que tampoco le hizo gracia, así que paró e hicimos
un alto en el viaje.
Al parar nuestro taxi Alba salió escopeteada a
buscar un sitio para miccionar, las otras dos se quedaron asistiendo al enfermo
y Vadim y yo nos fuimos estudiar el terreno en plan comando de exploración. La
sensación de aventura, el alcohol y la oscuridad nos hizo parecer que la
distancia recorrida era considerable, pero cuando nos paramos aún podíamos oír
las voces de nuestros camaradas. Decidimos no proseguir con la exploración al
encontrarnos con una entrañable vista. Un muro de piedra medio derruido parecía
encauzar un río que brillaba a la luz de la luna y que reflectaba las luces de
una casa allende la pradera dándonos, con sus destellos, pequeñas pinceladas de
lo que formaba el paisaje que, como toda irlanda, se basaba en más muros de
piedra delimitando fincas, pequeñas arboladas, una casita abandonada y las
pequeñas hills.
Mientras establecíamos el
campamento con accesibilidad al preciado líquido Blanca y María se encargaban
de que no nos quedásemos sin conductor cuyo ataque de tos no mejoraba.
-
¿No hay agua o algo por ahí, en la furgoneta? Have you got any
water in your van?- María miraba al muchacho en busca de respuesta afirmativa,
pero este negaba con la cabeza.
-
I’m fine! Coff, coff. It’s alright. Give me a minute... COFF,
COFF.- Su ojos lloraban y su mano en el pecho no inspiraba ninguna confianza.
-
Pues solo tenemos Klimotxo. Toma, bebe. Drink this- Blanca
acababa de aportar la única solución viable.
-
No, tha... coff, coff, thanks. I dont’t drin... coff, drink-
Rory se apartaba de la botella como si la cargase el diablo o se tratase de
lixiviado.
-
It’s just coke, the wine is already gone. Practically is not
alcohol in here.- La desesperación y el tono de voz de” nunca mentiría” de la
sevillana hizo que Rory agarrara finalmente la botella, pero aún así dudaba.
-
You’ll be grand!- Blanca, finiquitando. Y Rory finalmente
bebió.
Como de costumbre ante la presencia de ovejas me
dispuse a entablar conversación con ellas. Los balidos se oían lejanos en la
oscuridad pero suficiente para hacer posible una supuesta comunicación. Pero
nada, sin respuesta.
-Prueba a cambiar de registro-
Vadim intentaba aportar soluciones totalmente interesado en acabar el ejercicio
con éxito, pero aún cambiando de tono no obtenía respuesta de las rumiantes.
La conversación ovina se vio
interrumpida por Alba. Se la oía acercarse pero no llegar, así que decidimos
echar un par de voces para orientarla. Finalmente apareció.
-
What are you doing? ¡Anda, un río! Qué bonito, ¿me puedo
asomar?- Cada uno tiene sus instintos bajo los efectos del alcohol, pero no sé
qué le llevó a la mujer a abrazar el muro. La mayor parte del cuerpo estaba
inclinada hacía tierra por seguridad pero yo no podía evitar tener algo de
vértigo viéndola. -¿Pero habéis visto que reflejos?-
-
Es bonico, sí.- Y lo era de verdad. Era un paisaje de esos que
te quedas mirando un rato para capturarlo cual fotografía en tu mente.
Fotografía en la que no solo guardas imagen, sino olores, sensaciones e incluso
el sentimiento que acompaña al momento. Y, como se puede observar, habíamos
entrado en el estado de borrachera melancofilosófica.
-
¿Os dais cuenta de que cada uno de nosotros estamos viendo
algo diferente? Porque lo que veo yo no es lo mismo que lo que ves tú. Porque
seguro que no vemos el mismo rojo o la misma luz, será diferente. Cada uno
tiene su visión.- Alba abrió tema.
-
Cierto, la percepción es distinta, pero vamos que es bonito
para todos.- Vadim se quedó con cara de seguir reflexionando para reforzar o
refutar la teoría. O no.
-
Sí, sí, pero que no es lo mismo lo que ves tú a lo que veo yo.
Si os dais cuenta nunca sabremos cual es realmente la realidad. De hecho ¿cuál
es la realidad, los árboles o su reflejo en el río?.-
-
Yo creo que ambas son parte de una misma realidad pero, como
tu misma estás diciendo, el reflejo, que se muestra cambiante debido a las
ondas del agua, representaría la parte subjetiva. La parte de la realidad que
cada uno percibe diferente.- Aporté. No sé si callamos unos segundos por haber
finiquitado la teoría o era que el tema no daba para más.
Vadim seguía pensativo, Alba y yo
cambiamos de tercio.
-
Pues yo me tiraba.- Afortunadamente se había bajado del muro
adoptando posición de persona.
-
A ver, si te tiras yo te sigo. Por apoyo. Pero vamos que no
hay necesidad.-
-
Pues no creo que vayamos a estar aquí nunca más en la vida, yo
creo que la cosa sería tirarse, como despedida.-
-
Si yo lo digo en serio, en el caso de que lo hagas yo te
acompaño, con toda seguridad. Doy mi palabra.- La verdad que estaba sintiendo
en mi interior una pequeña fuerza que me empujaba hacia el agua. Esa fuerza que
te hace hacer el gilipollas y acabas lesionado sobre las cuatro de la mañana.-
Ya me imagino mañana el artículo en el Mayo Adverstiment: “Dos españolas very
drunk rescatadas de ser ahogadas en un río. <<Yo me tiro>>, dijo
una, <<Si te tiras tú me tiro yo, apuntó la otra>>” –
Según planteábamos la cuestión
oímos como el resto del grupo se acerca. Y se oye como un canturreo.
-
¿Por qué Rory está cantando el maldito Hills of Donegal?-
Tenía que ser esa canción, que no la había escuchado nunca.
-
Pues que le hemos dado un poco de kalimotxo para que se le
pasase la tos y ahora no calla. Pero se le ve contento, oye.-
-
María, se te ha olvidado decir que en cuanto nos hemos dado la
vuelta ha vuelto a agarrar la botella. Que tenía más tos decía.- Blanca no se
mostraba contenta ante la reducción de bálsamo festivo.
-
Bueno, hay que entender al muchacho que, en el fondo, lo lleva
en la sangre. Además sí que es verdad que se le ve más contento.- Volví al
tema.- Alba, ¿nos tiramos o no? Dónde había quedado la cosa.
-
A mi lo único que me parece mal es que nuestro conductor está
borracho, pero si quiere beber que beba. A ver es que estoy pensando que habría
que quitarse por lo menos las zapatillas.-
-
Si no me importa que beba, es que no se calla, lleva cantando
“Hills of Donegal” todo el rato.-
-
¿Si se pone malo qué hacemos? Que no está acostumbrado a
beber.- María había propuesto una pregunta interesante, pero nadie estaba lo
suficientemente sobrio como para preocuparse.
-
Pues se le sujeta el pelo. Bueno, a este no que no lo tiene
largo, y a esperar a que se le pase. ¿Pero os vais a tirar de verdad?-
-
Yo estoy a la espera de las órdenes y/o movimientos de Alba.-
-
Yo no me tiro pero os apoyo.-
De repente oímos un chapuzón.
Mientras Alba miraba hacia abajo yo me volví a ver quién había sido el
subnormal que se había caído o saltado. Blanca se reía mientras se llevaba la
mano a la cabeza, Maria estaba con la boca abierta y la gramola Rory había
cambiado el hit a “Fisherman´s blues”.
-
¡¡¡¡¡Vadim!!!!! ¿Pero qué haces?- El cuerpo de Alba estaba
peligrosamente inclinado hacia el abismo. – ¡Que se ha tirado!- Nos comenta,
por si no nos habíamos enterado.
Tras recuperarnos del shock nos
apresuramos a pescar a nuestro amigo que, al ponerlo en tierra, parecía
contento. Con excitación por el frío pero con serenidad se dispuso a
explicarse.
-
Os estaba escuchando como os convencíais para tiraros y, de
hecho, mi proceso mental estaba siendo el mismo, solo que yo he contado con la
motivación extra que supondría ser el primero. Ha sido cuestión de factores-
-
Ah, bueno. Eso lo explica todo. Yo creía que simplemente
estabas muy borracho.- Declaré.
-
Eso también.-
-
Se me han roto los pantalones por subirme al muro.-
Alba tenia la entrepierna con
ventilación, Vadim estaba totalmente mojado y todos, cada uno encajando el
momento, habíamos miccionado a gusto, así que decidimos continuar el viaje.
Desandando nuestros pasos no tuvimos problemas en llegar a la furgoneta.
Llegamos rápido y en silencio. Hubo alguna risa pero había un silencio
perturbador. Ovejas balando a lo lejos, el viento moviendo las hojas y nada
más. Habíamos perdido a Rory.
-
¿Alguien sabe en qué momento ha dejado de cantar?-
-
¿No se habrá caído al río?-
-
A ver, no dramaticemos, igual esta meando por ahí.- Nos
aferramos al supuesto de Blanca durante dos minutos. O más.
Agudizamos el oído no vaya a ser
que nos llegase la radiofrecuencia de “Auld Triangle” o similar. Nada.
-
Llámalo a ver, Isa, tu tienes su número.- Me ordenaron en
sevillano.
-
Sí, pero no tengo saldo.-
-
Pero como vas por saldo, ¿no tienes contrato?.-
-
Que nunca llamo a nadie, y todos están siempre en el pub de
siempre o en el otro.-
Cedí el número. No daba señal.
-
Creo que nos toca ir en busca y captura del muchacho.- A mí
personalmente me gusta la aventura, pero de haber tenido las llaves de la van
lo habría dejado para otro día.- ¿Un comando de obediencia ciega que se
preste?-
-
A ver, vamos todos...
-
¿Nos separamos para buscarlo?- Buena idea María.
-
Eso es lo que dice el primero en desaparecer en las pelis.-
Buen argumento Blanca.
-
Pues vamos tres y dos.- Alba y las mates otra vez.
-
Yo creo que es más divertido si vamos todos juntos, por la
coña digo.- Y ganó Vadim.
Todos juntos y casi de la manita
nos aventuramos hacia la oscuridad hasta que el canguele general derivado de la
falta de luz y orientación nos obligó a pararnos y recapacitar.
-
Tengo una idea.- El único hombre del grupo decidió pensar un
plan “B”, con suerte algo ingenioso y elaborado con un forzado resultado
favorable:
- ¡¡¡¡¡ROOOOOORYYYY!!!!!! - Buena idea. Nos unimos al coro,
desgraciadamente sin resultado. Lo que sí empezamos a percibir fue una extraña
presencia. No era Rory. Luego percibimos más. Nos estaban rodeando. Estábamos
siendo sitiados por vacas. Muu, y echamos a correr como condenados. Tras pisar
tres o cuatro mierdas bovinas llegamos al punto de encuentro. El lugar
era correcto pero faltaba un pequeño detalle. La furgoneta no estaba. Lo único
que había eran las botellas vacías de Vozka y Kalimotxo en el suelo.
-
Se ha llevado la furgoneta, y la fiesta...- Apuntó tristemente
Blanca, inclinada sobre la botella de vozka. Alba se acerco a ella para dar el
pésame.
-
Se habrá ido a comprar más Kalimotxo.- María intentando subir
la moral de la tropa.
-
Yo he traído la petaca.- Y todos fuimos un poco más felices.
El whiskey de la petaca de Vadim era ya un lejano
recuerdo cuando vimos aproximarse unas luces en la carretera. Empezamos a mover
los brazos cual náufragos que atisban un barco pero abortamos al percibir que
el vehículo aminoraba la marcha y se apartaba a la cuneta a la altura de
nuestra posición. Era Rory, más fresco que una ensalada.
Mientras nos llevaba al objetivo
primogenio, Achill, a ver qué quedaba de la fiesta, nos confesó que estaba
deeply sorry, que se había embriagado a niveles que no alcanzaba desde su
adolescencia y que, en resumen, se la había ido la pinza. En un punto dado se
había dado cuenta de que la furgoneta pesaba menos y de que se sentía solo sin
saber porqué. Al percatarse de la causa cuenta que se apresuró a volver a por
nosotros pero que, para compensar, había conseguido unas cuantas latas de cerveza
y que por eso había tardado más.
Por suerte en
este país, pese a ser verano, las latas de cerveza nunca se quedan calentuchas.
Y eso que aquí solo gastan las de tamaño pinta. Estábamos los peninsulares
sentados en la playa, mirando la oscuridad del mar, con un frío del carajo,
bebiendo nuestras default, cerveza por defecto, que no recuerdo si era
Heineken, Carlsberg, o marca Hacendado. Pese al fresquillo estábamos a gusto,
todavía había supervivientes y algunos de los músicos seguían tocando cual banda
del titanic. El artista de la flauta, que se había sentado a nuestra vera para
ambientarnos la escena tenía pinta de gurú celta y, como si supiese lo que iba
a pasar, las tristes notas que tocaba pusieron banda sonora a lo que venía.
-
Gente, tengo que decir una cosa. Me quedan dos semanas. Me vuelvo a España...
Como una melodía todo en la vida
suena un rato y luego se desvanece. Depende de nosotros mismos pararse a
escuchar.
Y, en general, creemos ser el
viento y somos veletas.
En fin, sláinte!
* Cerveza local del Condado de Westport, County Mayo.